
“Digámoslo así: puede que parezca un fanático pero estoy enamorado de la práctica de correr. Es lo más parecido a tener un viejo amigo que siempre está ahí cuando necesitas que alguien te anime. Así que salgo por la puerta de casa, el mundo se abre a mis pies, y da igual lo bloqueado o perezoso que me pueda sentir. Puedo llamar a un amigo para que se venga conmigo a explorar una nueva ruta o pasar la mañana atravesando cañones y contemplando cataratas. Correr te hace salir, y si corres a lo largo de todo el año, te mantiene maravillosamente en contacto con los cambios de estación.
¿Sabes lo que ocurre, además, cuando ando por ahí fuera disfrutando de la vida? Mi corazón se hace más fuerte, se incrementa la densidad de mis huesos, quemo una tonelada de calorías y mejora mi capacidad aeróbica. No está nada mal para un día de juego, ¿no?
Se trata de una actividad barata y requiere un equipo mínimo. Puedes correr casi siempre y casi por cualquier sitio. Y no hay nada como una buena carrera para aclarar tu mente y afrontar tus problemas vitales desde la más sana perspectiva. Viajar a una nueva ciudad es el mejor modo de aprender la conformación de la misma y conocer más a fondo esos nuevos espacios. Uno de mis motivos preferidos para correr es que se trata de un modo excelente de purificar mi cuerpo de los excesos que me permito. Además, corriendo puedo desarrollar cualidades que luego puedo aplicar al resto de mi vida, como la perseverancia, la consistencia y la fuerza de voluntad. Mantener un firme programa de entrenamiento te ayuda a establecer objetivos y trabajar para conseguirlos, cómo desarrollar un plan estratégico y cómo usar los contratiempos como lecciones. En efecto, apenas hay situaciones en la vida que no pueden ser abordadas y manejadas desde y con lo que se puede aprender a través de la carrera. Correr puede ser un estudio de la vida misma."
(Extraído de El correr CHI, por Danny Dreyer)
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