Te ofrecemos nuestro conocimiento como profesionales, nuestra experiencia como deportistas y nuestra dedicación como docentes para que formes parte en alguna de las modalidades de entrenamiento de El grupo y puedas cumplir las metas que te proponés alcanzar.
Entrenamiento a través de:
- Planes a distancia, con seguimiento vía mail (consultar).
- Entrenamiento personalizado con planificación y seguimiento personalizado (acordar horarios con el profesor/entrenador).
- Entrenamiento en grupos reducidos, con planificación personalizada.
- Entrenamiento en los circuitos Adidas: Palermo 1 y Palermo 2.
Las planificaciones están orientadas al objetivo personal de cada alumno, pudiendo ser éste de índole competitivo o puramente recreativo. Nos dedicamos al entrenamiento para carreras de calle, maratón, aventura, triatlón y pruebas combinadas. También programamos salidas de entrenamiento grupales y viajes a carreras en conjunto.
Por otro lado, al formar parte de El grupo, podrás contar con descuentos y beneficios de nuestros sponsors que figuran a la derecha.


HORARIOS Y LUGARES:
Lunes:
-Natación: contactarse vía mail por lugar y horario.
-Pedestrismo: Circuito Adidas Running Palermo 2 (Rosedal de Palermo: km 0, 19.30 hs, Alejandro)
Martes:
-Natación: contactarse vía mail por lugar y horario.
-Ciclismo: Circuito KDT (9.00 hs, Alejandro)
-Pedestrismo: Circuito Adidas Running Palermo 1 (Lago del Golf de Palermo, frente a la confitería: 19.00 hs, Marina)
Miércoles:
-Pedestrismo: Rosedal de Palermo Km 0 (8.00hs, Alejandro) // Circuito Adidas Running Palermo 2 (19.30 hs, Alejandro)
Jueves:
-Natación: contactarse vía mail por lugar y horario.
-Ciclismo: Circuito KDT (acordar horario)
-Pedestrismo: Circuito Adidas Running Palermo 1 (19.00 hs, Marina)
Viernes:
-Natación: contactarse vía mail por lugar y horario.
-Pedestrismo: Rosedal de Palermo Km.0 (19.00 hs)
Sábado:
-Pedestrismo: Adidas Urban Gym
-Ciclismo: Circuito KDT o salida de MTB (11.30 hs aprox.)
Domingo:
- Fondo Largo de Ciclismo y Pedestrismo. (a convenir)

Contactos: elgrupoentrenamiento@gmail.com , marinasaun@yahoo.com.ar, aterzo@hotmail.com

CRÓNICAS:

miércoles, 30 de julio de 2008

REVISTA CULTURA ATLETA N°7


REVISTA CULTURA ATLETA N°7

Nota a la Profe Marina Saún : Radiografia Deportiva

lunes, 28 de julio de 2008

EXPERIENCIAS (por Marcela Tarsia, rrpp de Palermo 1)


Mi primera carrera fue en Marzo de 2007. 5 Km. Tardé 36 minutos.
Fui porque un amigo estaba en la organización y para “hacerle la gamba” a dos amigas que, como yo, nunca habían corrido y porque nos pareció buena idea.
No sé si lo fue pero nunca más pude parar. Para las próximas quería bajar mi tiempo y sentirme “mejor” durante la carrera.
Para lograrlo busqué ayuda en un grupo de entrenamiento y carrera a carrera tuve un mejor desempeño y pude sumar Km. Después de 4 meses, llegó mi primera carrera de 15 km.: los 15 Km. Adidas de Puerto Madero.
Antes de la largada le comenté a uno de los coordinadores del grupo que como había corrido carreras de 8km y de 10 km, ahora me animaría con ésta. Me respondió irónicamente que “si las cosas fueran así, cualquiera correría después 21 km ó 42 km.”. Yo entendí a lo que se refería pero no era la forma ni el momento para decir esa frase.
No me preocupó tanto el frío, el cansancio, el dolor, los calambres en los muslos, como el tener que bajar los brazos y no poder demostrarle que estaba equivocado.
El nunca se enteró pero fue su actitud lo que me sirvió de motivación en varios tramos en los que pensé en abandonar.
Esta anécdota me sirvió también en otras carreras como ejemplo de que si uno quiere, llega. No hay dolor ni nada que te detenga.
La parte más dura de una carrera no se corre con los pies sino con la cabeza.
Lo más importante que logré es demostrarme a mí misma, que si quiero algo lo puedo construir; con los elementos que te brindan los que saben de esto, con la responsabilidad al asumir un desafío y sobre todo con la mente puesta en lo que se quiere lograr. Nadie va a correr por mí ni contra mí. Sólo yo misma. No importa en qué puesto llegue sino saber internamente que soy la número uno porque lo dejé todo por llevarlo a cabo.
Leí una vez que la frenada final en las montañas rusas es adrede para provocar en el cuerpo cierta sensación que hace que deseemos subir de nuevo. Aunque después sufras, vomites, grites o el pánico no te deje pensar con claridad. El pasar por debajo del Arco de Llegada al terminar una carrera recrea en mí el mismo sentimiento. El que hace que siga insistiendo a pesar de preguntarme antes de cada partida ¿qué estoy haciendo acá?, prometiéndome “ésta es la última”, y al minuto siguiente olvidar todas las dudas y avanzar hacia la meta sabiendo que la recompensa será inmensamente gratificante.
Mi primer entrenador (un compañero del trabajo asiduo corredor) me dejó varias frases que recuerdo y uso en todas las carreras. : “LAS CARRERAS NO SE ABANDONAN”- “EL DOLOR NO EXISTE”- “LA SUERTE ES PARA LOS MEDIOCRES”. Y otras.
Espero que esto le sirva a alguien más y agradezco a todos los que me ayudaron y me ayudan día a día para convencerme a mí misma que “Imposible is Nothing” y que disfrute, que vale la pena.
En el fondo de eso se trata la vida, no?
* Mis amigas de la primera carrera, vinieron a entrenar al mismo grupo que y…..seguimos corriendo.
MARCELA LAURA TARSIA
MARATÓN DE BS. AS. '07 (por Lucas Savignano)


Todavía me acuerdo de la primera vez que entré a la página de Adidas. Se me ocurrió abrirme un usuario, y cuando fui haciendo todos los pasos me encontré con la pregunta: “¿Cuál es tu imposible?”. No lo dudé: “Correr mi primer maratón”.
Resulta que más tarde vine a descubrir que cada vez que entraba a esa página, cada vez que me logueaba, me recordaba “mi imposible”…
Y estaba bien, porque, al fin y al cabo, lo era. ¿Correr una maratón? Sí, un sueño.

2007. Junio, julio. No recuerdo cuándo fue que me di cuenta de que no era una locura pensar en correrla. Fueron pasando los meses, me fui armando un entrenamiento (en gran parte, sacando información de internet) y de a poco cai en que la cosa era francamente probable.
En septiembre entré en los Circuitos Adidas, y conocí a quien me terminó de dar el empuje final. Marina. Recuerdo algún entrenamiento compartido, un domingo a la mañana, tempranísimo, en el Rosedal, también recuerdo sus palabras de aliento, repitiéndome que me tenía toda la fe y su constante preocupación por saber cómo estaba con el plan que de a poco me iba armando.
Y ahí fue cuando planteamos el objetivo: 3 horas y 15 minutos. Ese era el tiempo a hacer.

Se fue acercando la fecha, el 4 de noviembre, y tanto los temores como los nervios iban en marcado aumento. Miedo a lesionarse, a enfermarse, claro, pero los peores miedos estaban encerrados en una sola palabra: “llegar”.
Creo que para un debutante en la distancia no existe miedo mayor. ¿Podré? ¿Aguantaré 42,195?
Y eso se sumaba a la bien intencionada presión de los amigos, de la familia, preguntándote unos, motivándote otros, regalándote algunos más aquel “estas loco” a modo de ciega motivación.
Y la cabeza que no paraba. No había manera de pensar en otra cosa. Me acuerdo lo que fue la última semana en el trabajo: me la pasaba colgado imaginando la carrera, pero más que nada la llegada. Estaba seguro que, de llegar, lo haría a pura lágrima (creo que a casi todos los debutantes les sucede). Correr la maratón era el gran sueño.

La noche de sábado a domingo, claro está, no dormí casi nada. Venia leyendo que era algo habitual en los que la corrían por primera vez, y que inclusive le sucede a los que ya han participado varias veces.
Me desperté a las 4 de la mañana, porque a las 6 salía el micro desde Retiro, solo para corredores. Ahí conocí a alguno que otro, con quienes nos quedamos charlando inclusive hasta minutos antes de la largada.
-“No, si es tu debut, olvidate del reloj, de hacer 3:15. Tenes que pensar en llegar y nada más”-. Y tenían razón… pero no queria escucharlos.

Llegamos a la zona de la largada y era tempranísimo. No había nadie. Sí estaba el frío para acompañarnos. Creo que esa vez lo sentí más que nunca.
La hora se fue acercando, y con los últimos preparativos intentaba bajar la ansiedad. No había manera.

Y largamos. Una emoción inmensa. Estaba comenzando a correr la carrera que tanto venia imaginando. La que me había quitado el sueño. Y los nervios, de a poco, se fueron quedando atrás.

¿Sensaciones? Físicamente, alguna pequeña molestia, fruto de una mala entrada en calor (por aquella época no tenia mucha idea de la importancia que tenia). Mentalmente, un estado de concentración que pocas veces logré.

Corrí con un brazalete que me marcaba los tiempos que tenia que ir haciendo cada 5 kms. para llegar a cumplir con el objetivo final. Lo iba controlando y notaba que estaba mejor de lo que los datos me marcaban. Eso me alegraba, pero sabía que no podía acelerarme. Tenía en la cabeza los varios consejos recibidos.

La zona de la Autopista, la parte inicial, fue ciertamente dura. Subidas y bajadas, más la pequeña molestia que tenía, me hacían estar con algún miedo. Pero lo que más quería era salir de ahí porque, tal cual me habían comentado, lo mejor venía después, cuando uno podía cruzar gente y recibir el aliento, con lo importante que eso es para un corredor.

Habiendo entrado en la ciudad, comprobé que era así. En cada esquina uno se cruzaba con grupos de personas que te aplaudían, te alentaban, uf, eso aún hoy me emociona.

Llegando a la Media, por La Boca, tuve la fortuna de cruzarme con un corredor con el que teníamos un ritmo parecido, y que iba apoyado por dos personas en bicicletas: uno filmando, y el otro llevándole agua y demás.
Desde ahí hasta el final fuimos juntos. Fueron fundamentales.
El aliento que recibí de parte de ellos fue impagable. Me acuerdo que el que iba con el agua me contaba de todo, me decía “no hables, yo te hablo”. Hasta me invitó a comer un asado cuando fuera a su pueblo (no recuerdo de dónde eran!).

A partir del km. 30 me encontré con lo que tanto me anunciaban. “La carrera empieza en el 30”, solía leer y escuchar. Y era así. Sólo quedaban 12, pero serían los más bravos.

Toda la zona de la Costanera se me hizo cuesta arriba. Sentía que me costaba levantar los pies del suelo. Había leído que cuando eso pasaba lo mejor era apelar al corazón, a la cabeza. Y comencé a recordar los entrenamientos con frío, con lluvia, la cantidad de cosas que había dejado para poder entrenar, los amigos enojándose con uno por no compartir salidas, la gente cercana que tanto se había preocupado los últimos días, los amigos y mi vieja en la llegada. Todo eso ayudaba. Apelar al corazón y a la cabeza era, ciertamente, una excelente táctica.

Y fuimos llegando a la zona de Ciudad Universitaria. Sabía que el final estaba cerca, que lo estaba logrando, pero no daba más. A partir de ahí me costaba sacarme la imagen de la llegada. Toda la carrera había luchado contra eso y lo había logrado. Pero faltando tan poco ya no podía. Estaba a punto de cumplir un sueño.

Por esa zona las callecitas se iban angostando, dábamos algunas vueltas, y muy cada tanto aparecía el cartel que te empujaba avisándote que entrabas en un km más. Pasaban el 38, el 39, el 40, y no lo podía creer: estaba llegando.

Los últimos kms los hice con un nudo en la garganta, imposible de desatar. Recuerdo cuando entré en una recta que creo que era larguísima: lleno de gente a los costados, y todos decían lo mismo: “dale que faltan 500 metros”. Y así todo el tiempo. Fueron 500 metros eternos!
Pero la meta no aparecía.
Divisé el segundo cartel más esperado, el que me gritaba que estaba en el km 42. Moría de la emoción. Aunque la meta seguía sin aparecer!
Miraba hacia adelante y solo veía gente y pavimento. De pronto una curva me invitó a girar a la izquierda, y ahí sí, lo vi: el cartel de “LLEGADA”. La palabra que todo corredor más desea ver.
Tenia la intención, por desconocimiento, del último Km. subir el ritmo. Obviamente no podía. Pero sí me di el gusto de, esos últimos metros, apretar el acelerador. O al menos eso me pareció a mí (seguramente iría al mismo ritmo que antes, pero ni cuenta me daba).

Y llegué. 3:06:53. No entendía nada. Estaba emocionado, feliz, cansado, con ganas de ver caras conocidas, de abrazar a todo el mundo.
Una de las más grandes emociones de mi vida. Un recuerdo imborrable.

Hoy, algo menos de un año después, me encuentro preparando la que será mi segunda maratón. La que, como cierta vez lei, “te convierte en maratoniano”.
Con la ilusión de bajar el tiempo. Volviendo loca a la más grosa de todas, a la que con sus conocimientos y su empuje logra que uno pueda ir avanzando.

Saún, Terzo, gracias por brindarnos, a sus entrenados, el espacio para contar nuestras experiencias. Pero más gracias por todo lo que nos ofrecen día a día, por el apoyo, por la confianza.

Marina, perdón si esto termina como una carta de agradecimiento, pero sabés que este relato es posible gracias a todos tus consejos, a tus ganas, a tus enseñanzas.
Cada vez que noto avances, sean pequeños o grandes, tengo en claro que es gracias a vos. Me has repetido varias veces que te incomodan los elogios, pero es así.
Mis agradecimientos serán eternos, en cada entrenamiento cumplido, en cada carrera terminada.

Gracias a tu banca me di cuenta: la Maratón es posible.

domingo, 20 de julio de 2008

PIZZA, BIRRA Y FASO VS FIDEOS, AGUA Y GELES (Por Daniel V. Larraona)


Hace 5 años vivía de noche, fumaba y comía cuanta porquería se posara en una mesa. Algo me hizo click en la cabeza y quise correr por primera vez en mi vida. En la elongación me doblé la espalda y estuve una semana viviendo como una bisagra. Fue ahí donde me aconsejaron entrenar con “alguien que sepa”.
Apenas comenzaba a entrenar y ya soñaba (sin saber qué era exactamente) correr una maratón, la realidad me devolvió un cachetazo, corrí mi primer carrera de 4 Km. en más de 32 minutos y con el pulso a 205 (sic). Las cosas se fueron dando lógicamente y como todos los que se dedican en serio a algo, los frutos comienzan a llegar. Pasaron varias de 10 Km. y varias de 21 Km. pero aún no me daban “luz verde” para los 42.
Finalmente en el 2007 me llegó la hora. En noviembre la maratón de Buenos Aires esperaba por mí y los planes de entrenamiento cada vez más pesados me anunciaron que si quería llegar necesitaba algo más. Ese algo más era poner cuatro cosas en sintonía: la cabeza, el corazón, el cuerpo y el alma. Solo así entendí que, a alguien que tan poco había hecho en su vida en esta materia, podía alcanzar el objetivo.
Cuántas veces en esos domingos de frío con fondos de casi tres horas me pasé a mí mismo la película de mi posible llegada a la meta, cuántas veces tuve que apelar a “un poco más” para salir a correr con lluvia o calor, cuántas veces dejé cosas de lado para poder dormir unas horas más.
Contar los días uno a uno hasta la fecha de carrera, tachar los entrenamientos cumplidos, hablar sólo de la carrera, convertirse en un enajenado intratable para los amigos y conocidos. Finalmente todo llega, aunque parezca que no.
Hacer 42 Km. en coche es bastante, pero imaginárselos corriendo suena demencial. Así pensaban todos mis amigos. Corrí como lo había imaginado tantas y tantas veces, cumplí con todos “los consejos” hasta que en el Km. 35 aflojé, pero sólo para disfrutar la carrera. La meta llegó, lloré y se me doblaron las piernas.........una experiencia alucinante.
Ahora mientras escribo estas líneas comiéndome un flan con dulce de leche y crema, aún me emociono. Ya se que ésta no es una historia original y habrá miles parecidas o mejores.....pero saben que? Es la mía........y me hace sentir muy bien.
Alejandro fue el “maestro” y Marina “la sal de la vida”, ambos soportaron la histeria crónica que se apodera de los maratonistas inexpertos, a ambos les estaré agradecido de por vida. Aunque no vuelva a correr los 42, tengo esa sensación envidiable de que una vez LO HICE...

martes, 8 de julio de 2008




MERRELL PINAMAR: 06/07/08 (por Marina Saún)

Partimos rumbo a Pinamar con miras a ver participar a nuestros alumnos en diversas modalidades: posta de Palermo 2 mixta, posta de Palermo 1 caballeros, equipos de 2 caballeros de P1 y 4 valientes individuales tanto en la rama femenina (Belén y Nati) como en la masculina (Fer “Cordobés” Birri y Rober Raubián). Alquilamos una casa para ocho (gracias a Ale Terzo), ya que sumamos al grupo de partida a 2 espectadoras y compañeras de lujo: Cata y Marce (impagable su colaboración, apoyo y compañía en la casa. Gracias chicas!!).
La carrera nos regaló un día espléndido. Con todos los pronósticos en contra anunciando tormentas y frío a discreción, el domingo amaneció soleado, azul y con una temperatura digna de octubre/ noviembre. Mucho “circo” y algarabía en la largada, la alegría y el entusiasmo iban en aumento. Qué ganas te dan de correr cuando estás fuera!
Pero nuestros muchachos/as hicieron grandes carreras, determinando que la alegría fuera para todos. Personalmente corrí 1h40’ dentro de la carrera, cruzándome primero a la posta de Palermo 1 (Lucas y Sergio). Gran papel de los chicos, que venían peleando entre los primeros. Más adelante encontré a Belén con Ana: impresionante el desempeño de esta madre e hija!! Luego vino el primer valiente en solitario: Rober Raubián y más atrás, el último relevo de la posta de Palermo 1, Rober Serebrinsky. Volví con él hasta la llegada, que remató con sorprendente sprint. Al rato, la posta de Palermo 2, tres chicas rodeando al Lemmon runner: algarabía total!! Y finalmente llegaron nuestros otros dos valientes, luchando solos contra viento y arena: Fer Birri y Nati G. Emocionante asistir a sus llegadas.
Como conclusión, me queda el orgullo y la emoción de las llegadas de todos ellos, el esfuerzo y pasión que pusieron en completar la prueba. Y por otro lado, el recuerdo de un viaje corto pero no por eso, menos agradable: fueron dos jornadas colmadas de diversión, risas y buenos momentos. Para repetir!!!

Tiempos y Posiciones de El Grupo:
- Lucas Savignano y Sergio Ballestero: 2h13’55” (9° gral por equipos)
- Belén Hernández: 1h44’01” (16° categ. Damas hasta 40)
- Roberto Raubián: 2h48’05” (13° categ. Caballeros desde 50)
- Posta Palermo 1 (Julio Ianovsky, Pablo Epelde, Andrés Willa y Roberto Serebrinsky): 2h58’22” (56° categ.)
- Posta Palermo 2 (Rosario Cura, Diego Fernández, Lilian Ramos María Barbano): 3h05’58” (32° categ.)
- Fernando Birri: 3h17’48” (194° categ.)
- Natalia González: 3h32’03” (64° categ. damas
hasta 40).