CRÓNICA DE LA MARATÓN: ROSARIO ‘08 (por Marina Saún)

EL VIAJE:
Viajamos con los de FC Máx., en el micro que ellos organizaron para tal carrera. Debo decir que la pasé mejor de lo que esperaba. No quiere decir que esperaba pasarla mal, sino que, como no conocía a casi nadie, no pensé que iba a ser tan divertido. Pero todos fueron muy sociables, conformando un grupo muy unido y divertido. Enseguida te sentías integrado y parte de ellos y la verdad que tanto el viaje de ida, como el de vuelta, más las comidas compartidas con ellos fueron pura risa y distensión. Gracias FC!!

COMER EN ROSARIO:
Capitulo aparte para la difícil misión de alimentarnos. Estábamos en zona céntrica y el sábado llegamos casi al cierre de todos los restaurantes. La noche previa fuimos en grupo a un lugar recomendado, “La Estancia”. No sé a quién se le ocurrió ir a una parrilla a comer pastas!! Cuarenta minutos para que nos traigan un escuálido plato de fideos fríos y carísimos!!! Pero gracias a esta anécdota, nos reímos todo el viaje de vuelta.
Luego de la carrera, también fue un tema comer a las 4 PM, no había nada abierto y lo único que conseguimos, atestado! Nos atendieron pero me costó llegar tarde a la premiación. Comer estaba primero…


LA CARRERA:
Súper nervios los días previos y más, el sábado anterior. Ir a la expo, charlar con los demás, sacarnos fotos de recuerdo, planear estrategias, con quién correr durante la maratón, etc., va creando su clima y aumentando la adrenalina. Mi objetivo era hacer 3h10’, que es a un ritmo de 4’30”/km. En mi primera maratón (el año pasado en B.A.) había hecho 3’16’19”, habiendo ido con el mismo objetivo. Obvio: tenía sed de revancha! Y además, quería correrla bien, sentirme bien. Por eso a veces les hablo de “correr con la cabeza”. Cuando uno planifica bien la estrategia (ir progresivo, no pasarse de determinados ritmos) y la respeta, generalmente las cosas salen bien o mejor. Y la sensación es otra. Es acrecentarse, motivarse a medida que pasan los km, sentirse más fuerte, pasar gente, agrandarse. La sensación física repercute directamente en la psicológica y ésta también en la otra, es un círculo. Y también hace que llegues con una sonrisa, sabiendo que si no fue mejor, tampoco había más. Y no, que venís cada vez peor porque no pudiste correr de la mejor forma que hubieras podido ese mismo día (no otro). Eso es lo que busqué y eso es lo que sentí.
Salí con un grupete (entre ellos, Pablito Canales, el profe del Urban) y hasta el km 24 lo mantuvimos, unos más, unos menos. Desgraciadamente, Pablo nos abandonó por el 14k, no tuvo un buen día. Mi referente era Rosendo, un “cincuentón” de FC que corre casi como yo, aunque siempre me gana. Ambos queríamos hacer 3h10’. Pero él empezó con problemas estomacales y en el 24k me fui sola para adelante. Desde ese momento se empezó a disgregar el pelotón. A partir de ahí, sentí una gran energía, pero tenía miedo de zarparme y pagarlo más adelante. Traté de controlarme, aunque creo que igual hice la parte más rápida desde el km 24 hasta el 32km (los parciales no fueron referencia porque, cuándo no, estaba todo mal medido). En el km 32 me esperaba Ale y en el km 36 pasé a la que venía quinta (la única mujer que pasé, hasta entonces iba siempre sexta), que parecía detonada. A partir del km. 38 fue que se me hizo cuesta arriba la carrera (aunque “cuestas” de verdad también hubo y varias en la 2° parte!). Era cerrar los ojos y pensar que tenía que poner “piloto automático”, olvidarme y dejar correr el tiempo. Cuatro kilómetros, no más de 20’ más… qué largo se me hizo! Pero más menos, pude mantener. No tuve fuerza para levantar en el último km pero logré no caer y sí hacer un “sprint” (quizás iba a dos por hora pero yo sentía que corría los 100m llanos) en los últimos metros, cuando miraba el cronómetro y no quería que siguiera corriendo. Tenía que estar el minutero clavado en 10!!! Finalmente, crucé la meta en 3h10’50”, unos segundos arriba de lo deseado pero que el 10 está, está!!! Feliz, me di esta vez el gusto de cruzar la meta de la maratón con una sonrisa de oreja a oreja…

LA ORGANIZACIÓN

Muy buena, destaco el circuito (qué diferente a correr en Bs. As! cuánta paz, paisajes, verde…), aunque casi no vi nada, la sensación de correr en el interior se siente y escucha bien diferente… También la gente relacionada a la organización, todos muy simpáticos y predispuestos a ayudarte. La remera, muy linda (lástima que siempre talles de varón… rectos!). Y la hidratación muy buena, no faltó agua y lo mejor para el corredor… venía en sachets!! (hasta con el logo de la maratón!). Es lo más cómodo y fácil para tomar. También hubo pacers (muy útiles) y animadores en la llegada. Y finalmente, premiar a los primeros 40 de cada categoría, hizo que muchos se fueran sonrientes con su copa.
Para mejorar: se quedaron sin remeras para los que fueron a buscarlas más tarde (cómo puede ser? hacen de menos?) y la marcación de los km!! Todo mal medido!!! (cuando controlar los ritmos es de suma importancia en una maratón).